Propios de grandes investigadores como Eric Von Daniken o Eric Van Naclochina,
muchos fueron los fenómenos paranormales que se sucedieron durante lo largo de la noche fallera y que misteriosamente se prolongaron durante el resto de la siguiente semana.
No hay ningún misterio en que yo me quedase sin pasta después de pagar la cena, pero si en todo lo que después aconteció.
Teníamos previsto volver a nuestras casas en el tren de las 2.30, el cual vimos marchar ante nuestras desoladas miradas, ya que el siguiente tren no salía hasta las 6.30 de la mañana. Misteriosamente nadie de los allí presentes se disgustó, incluso se llegó a escuchar algún que otro ¡Viva!.
Justo frente a la estación, la Dipu había montado en la plaza de toros una fiesta con lo más granado de Valencia y allí que acudimos.
Allí se produjo otro de los misterios de la noche, equivalente al de los panes y los peces pero en gin tónics, ya que en la mano de los componentes de la asociación siempre había un vaso lleno.
Allí se produjo otro de los misterios de la noche, equivalente al de los panes y los peces pero en gin tónics, ya que en la mano de los componentes de la asociación siempre había un vaso lleno.
Tras agotar existencias nos dirigimos a Viva la Pepa nombre muy apropiado para estas fechas y lugar en el que se produjeron los fenómenos más espeluznantes de toda la noche.
Misteriosamente se volvió a producir el fenómeno de los gin tónics, pero a estas alturas de la noche ya nadie se sorprendía. De repente, unos de nuestros acompañantes, inválido para la danza, se puso a bailar en mitad de la pista ante la atónita mirada de propios y extraños, especialmente la de su mujer que pronunció estas palabras: “Es la 1ª vez que lo veo bailar en 25 años que llevamos juntos”. Si amigos, ya sé lo que estáis pensando, igual que: “Lázaro levántate y anda”.
Pero ahí no termina la cosa.
Algunos de los allí presente sufrimos el intento de concupiscencia por parte de personas ajenas a la obra. Lo malo del asunto no fue el que nuestras esposas se encontrasen en el recinto, no, lo malo fue que el intento se llevase a cabo por personas del mismo género, masculino singular.
Unos tuvieron más suerte que otros y en el ritual del cortejo todavía sacaron unas copas de gratis.
Visto lo visto salí raudo a la calle comprobando que nos habíamos equivocado de local. No estábamos en Viva la Pepa, estábamos en Viva la Verga. Joder que noche.
Tras abandonar apresuradamente el local y dadas las horas, nos dirigimos a la estación, camino de la cual hicimos amistades varias, encontrándonos con situaciones realmente escabrosas y no estoy hablando de Rita sin faja.
A estas horas en la calle te encuentras lo mejor de cada casa, falleras zombies, falleras borrachas, falleras voladoras, falleras armadas, falleras meando entre los coches……
Ya en la estación se produjo un nuevo e inexplicable fenómeno. Con los billetes de tren en la mano nos colamos. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Con qué intención?. Ya os digo, inexplicable.
Pero no todo acaba aquí. En el tren fuimos testigos de cómo actúa la ley de la gravedad a estas horas de la madrugada y que os relato con detalle.
En uno de los asientos del vagón, un cuerpo inerte, adormilado y adormecido, se balanceaba con el traqueteo y las frenadas del tren.
Cuando la ley de la gravedad se lo propuso y decidió actuar, el balanceo se convirtió en un piñazo que quedará para los anales y que conllevó para la afortunada muchos males ya que quedó atrapada por la cabeza entre los escalones y la puerta de acceso al vagón. Impresionant.
Tras asegurarnos de que la aquejada seguía con vida y tras despistar a la ley de la gravedad y al de la estación por no hacer uso de los billetes, conseguimos llegar a nuestras casas cuando ya lucía el sol.
Como ya os adelantaba al principio, los fenómenos se fueron prolongando durante el resto de la semana, manifestándose en bajas laborales, diarreas y vómitos y dolencias varias, todo ello sin saber porqué.
Una noche fenomenal repleta de fenómenos.