23 abr 2011

NOCHE FALLERA (2ª PARTE)





Propios de grandes investigadores como Eric Von Daniken o Eric Van Naclochina,





muchos fueron los fenómenos paranormales que se sucedieron durante lo largo de la noche fallera y que misteriosamente se prolongaron durante el resto de la siguiente semana.


No hay ningún misterio en que yo me quedase sin pasta después de pagar la cena, pero si en todo lo que después aconteció.

Teníamos previsto volver a nuestras casas en el tren de las 2.30, el cual vimos marchar ante nuestras desoladas miradas, ya que el siguiente tren no salía hasta las 6.30 de la mañana. Misteriosamente nadie de los allí presentes se disgustó, incluso se llegó a escuchar algún que otro ¡Viva!.


Justo frente a la estación, la Dipu había montado en la plaza de toros una fiesta con lo más granado de Valencia y allí que acudimos.
Allí se produjo otro de los misterios de la noche, equivalente al de los panes y los peces pero en gin tónics, ya que en la mano de los componentes de la asociación siempre había un vaso lleno.


Tras agotar existencias nos dirigimos a Viva la Pepa nombre muy apropiado para estas fechas y lugar en el que se produjeron los fenómenos más espeluznantes de toda la noche.


Misteriosamente se volvió a producir el fenómeno de los gin tónics, pero a estas alturas de la noche ya nadie se sorprendía. De repente, unos de nuestros acompañantes, inválido para la danza, se puso a bailar en mitad de la pista ante la atónita mirada de propios y extraños, especialmente la de su mujer que pronunció estas palabras: “Es la 1ª vez que lo veo bailar en 25 años que llevamos juntos”. Si amigos, ya sé lo que estáis pensando, igual que: “Lázaro levántate y anda”.


Pero ahí no termina la cosa.
Algunos de los allí presente sufrimos el intento de concupiscencia por parte de personas ajenas a la obra. Lo malo del asunto no fue el que nuestras esposas se encontrasen en el recinto, no, lo malo fue que el intento se llevase a cabo por personas del mismo género, masculino singular.


Unos tuvieron más suerte que otros y en el ritual del cortejo todavía sacaron unas copas de gratis.
Visto lo visto salí raudo a la calle comprobando que nos habíamos equivocado de local. No estábamos en Viva la Pepa, estábamos en Viva la Verga. Joder que noche.
Tras abandonar apresuradamente el local y dadas las horas, nos dirigimos a la estación, camino de la cual hicimos amistades varias, encontrándonos con situaciones realmente escabrosas y no estoy hablando de Rita sin faja.


A estas horas en la calle te encuentras lo mejor de cada casa, falleras zombies, falleras borrachas, falleras voladoras, falleras armadas, falleras meando entre los coches……










Ya en la estación se produjo un nuevo e inexplicable fenómeno. Con los billetes de tren en la mano nos colamos. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Con qué intención?. Ya os digo, inexplicable.


Pero no todo acaba aquí. En el tren fuimos testigos de cómo actúa la ley de la gravedad a estas horas de la madrugada y que os relato con detalle.
En uno de los asientos del vagón, un cuerpo inerte, adormilado y adormecido, se balanceaba con el traqueteo y las frenadas del tren.


Cuando la ley de la gravedad se lo propuso y decidió actuar, el balanceo se convirtió en un piñazo que quedará para los anales y que conllevó para la afortunada muchos males ya que quedó atrapada por la cabeza entre los escalones y la puerta de acceso al vagón. Impresionant.


Tras asegurarnos de que la aquejada seguía con vida y tras despistar a la ley de la gravedad y al de la estación por no hacer uso de los billetes, conseguimos llegar a nuestras casas cuando ya lucía el sol.
Como ya os adelantaba al principio, los fenómenos se fueron prolongando durante el resto de la semana, manifestándose en bajas laborales, diarreas y vómitos y dolencias varias, todo ello sin saber porqué.

Una noche fenomenal repleta de fenómenos.


17 abr 2011

NOCHE FALLERA (1ª PARTE)

Disculpen el retraso. Estaba en el baño. Que mal cuerpo se te queda con la que está cayendo.
Pánico nuclear, terremoto, Libia en pleno alboroto, los eurodiputados disputándose el euro (el de su bolsillo), los erre que erre de los ERES de Andalucía, rematando con aeropuertos sin aviones. ¡Vamos hombre, no me toques los cojones!

Según mi amigo Fanmuf, hombre culto que no culturista y gran amante ciclista, a lo largo de la historia, han sido muchas las distintas épocas que han quedado para los albores de la humanidad, la Edad de Piedra, Edad de Oro, Renacimiento, generaciones de escritores, pintores, músicos……….. hasta llegar a nuestros días a lo que él denomina la Edad de los Imbéciles.

¿Cómo aparece un tío con gafas en la tele congratulándose de la apertura de un aeropuerto para de momento ir a pasear y aquí no pasa nada? Como esta una tras y otra y no pasa nada. Difícilmente me puede llegar una inspiración positiva que acompañe las crónicas gastronómicas, pero lo vamos a intentar.

Por segundo año consecutivo y con vistas a instaurar la iniciativa, la asociación de padres y madres comunioneras amig@s de Miguelturra, volvió a la noche fallera a festejar que todo sigue igual, que ya es mucho.

La encargada de organizar la salida ha corrido a cargo de Maica que nos ha tenido en vilo durante más de un mes sin decirnos nada al respecto, insistiéndonos que para la cena llevásemos ropa cómoda.

Pues nada, nos pusimos bien cómodos, chándal, tacones y tren hacia Valencia, lugar en el que nos esperaban Maica y Vicente que se quedaron muertos al ver nuestras indumentarias. Era broma nos decía, Ja, ja, Pues ahora nos vas a tener toda la noche a tu vera con estas indumentarias.

Sin saber nuestro destino, nos dirigimos hacia el barrio de Ruzafa, camino del cual hicimos un receso en la taberna el Fino. Lugar pequeñito y acogedor donde nos tomamos las primeras cervezas de una larga noche, acompañadas de unos pimientos de piquillo y cochifrito, manteniendo una amena conversación con los dueños del lugar. Muy recomendable.

Si queréis cenar reservad con antelación al telf. 963447959.

Continuamos camino del restaurante, nos perdimos, preguntamos, nos volvimos a perder, la cosa pintaba bien, y todo ello sin saber a dónde íbamos.

Cual faro en la noche, la iluminación de una falla nos condujo a la puerta del restaurante Entrevins, siendo éste nuestro lugar de destino. Allí nos esperaba una mesa para 8 rodeada de centenares de botellas de vino. Si hubiesen sido troncos de pino, la cosa se hubiese llamado Entrepins.

Sitio agradable, para cenar charlando y poder degustar una minimalista cocina acompañada de una gran variedad de vinos. Aconsejados por Guillermo, un francés afincado un Valencia con un peculiar sentido del humor, decidimos tomar el menú Mercado 26€ p.p. (por persona) bebida aparte consistente en unos entrantes (un bocado por persona), un plato para el final, plato muy grande con poco contenido y postre. Cada plato que sacaban lo acompañaban de un vino distinto y adecuado al mismo, del cual te hacían la explicación de la falla, te servían y atención, se llevaban la botella.







Varios fueron los platos y varios los tipos de vino, lo cual motivo que alguna de las personas allí sentadas y de las cuales no voy a decir su nombre, empezasen a coger color de cara y a montar el “Belén”. A destacar el postre, chocolate con sal gorda y aceite de oliva. Impresionant.


De reconocida fama son los gin tónics que elabora el restaurante, a los que sucumbimos todos, hasta mi estimada, no habitual de este tipo de bebida y que posteriormente tuvo sus repercusiones. Vale la pena ir a cenar solamente por tomarse un excelente gin.


Llegado el momento de saldar deudas, hubiese preferido que el restaurante se llamase Entrevint, para que el cañazo fuese más repartido, ya que la suma total del ágape ascendió a 388,50€. Más caro para unos que para otros, ya que hubo comensal que debido al estado etílico, antes de salir del restaurante ya había dejado su cena en el baño del mismo. Lamentable pero cierto.



Tras la bancarrota sufrida y con hambre en el cuerpo, hicimos una primera parada en un puesto de churros para rematar la cena.
No os perdáis la próxima entrega de la noche fallera e incluso follonera.


Os aconsejo lo del chándal, ya que anduvimos toda lo noche super cómodos, en ningún momento te aprieta nada aunque la ingesta sea grande y si vuelves al amanecer a casa como en este caso y te encuentras algún conocido de camino a casa, siempre puedes decir que habías salido a caminar. Ideal.