Pánico nuclear, terremoto, Libia en pleno alboroto, los eurodiputados disputándose el euro (el de su bolsillo), los erre que erre de los ERES de Andalucía, rematando con aeropuertos sin aviones. ¡Vamos hombre, no me toques los cojones!
Según mi amigo Fanmuf, hombre culto que no culturista y gran amante ciclista, a lo largo de la historia, han sido muchas las distintas épocas que han quedado para los albores de la humanidad, la Edad de Piedra, Edad de Oro, Renacimiento, generaciones de escritores, pintores, músicos……….. hasta llegar a nuestros días a lo que él denomina la Edad de los Imbéciles.
¿Cómo aparece un tío con gafas en la tele congratulándose de la apertura de un aeropuerto para de momento ir a pasear y aquí no pasa nada? Como esta una tras y otra y no pasa nada. Difícilmente me puede llegar una inspiración positiva que acompañe las crónicas gastronómicas, pero lo vamos a intentar.
Por segundo año consecutivo y con vistas a instaurar la iniciativa, la asociación de padres y madres comunioneras amig@s de Miguelturra, volvió a la noche fallera a festejar que todo sigue igual, que ya es mucho.
La encargada de organizar la salida ha corrido a cargo de Maica que nos ha tenido en vilo durante más de un mes sin decirnos nada al respecto, insistiéndonos que para la cena llevásemos ropa cómoda.
Pues nada, nos pusimos bien cómodos, chándal, tacones y tren hacia Valencia, lugar en el que nos esperaban Maica y Vicente que se quedaron muertos al ver nuestras indumentarias. Era broma nos decía, Ja, ja, Pues ahora nos vas a tener toda la noche a tu vera con estas indumentarias.
Sin saber nuestro destino, nos dirigimos hacia el barrio de Ruzafa, camino del cual hicimos un receso en la taberna el Fino. Lugar pequeñito y acogedor donde nos tomamos las primeras cervezas de una larga noche, acompañadas de unos pimientos de piquillo y cochifrito, manteniendo una amena conversación con los dueños del lugar. Muy recomendable.
Si queréis cenar reservad con antelación al telf. 963447959.
Continuamos camino del restaurante, nos perdimos, preguntamos, nos volvimos a perder, la cosa pintaba bien, y todo ello sin saber a dónde íbamos.
Cual faro en la noche, la iluminación de una falla nos condujo a la puerta del restaurante Entrevins, siendo éste nuestro lugar de destino. Allí nos esperaba una mesa para 8 rodeada de centenares de botellas de vino. Si hubiesen sido troncos de pino, la cosa se hubiese llamado Entrepins.
Sitio agradable, para cenar charlando y poder degustar una minimalista cocina acompañada de una gran variedad de vinos. Aconsejados por Guillermo, un francés afincado un Valencia con un peculiar sentido del humor, decidimos tomar el menú Mercado 26€ p.p. (por persona) bebida aparte consistente en unos entrantes (un bocado por persona), un plato para el final, plato muy grande con poco contenido y postre. Cada plato que sacaban lo acompañaban de un vino distinto y adecuado al mismo, del cual te hacían la explicación de la falla, te servían y atención, se llevaban la botella.
Varios fueron los platos y varios los tipos de vino, lo cual motivo que alguna de las personas allí sentadas y de las cuales no voy a decir su nombre, empezasen a coger color de cara y a montar el “Belén”. A destacar el postre, chocolate con sal gorda y aceite de oliva. Impresionant.
De reconocida fama son los gin tónics que elabora el restaurante, a los que sucumbimos todos, hasta mi estimada, no habitual de este tipo de bebida y que posteriormente tuvo sus repercusiones. Vale la pena ir a cenar solamente por tomarse un excelente gin.
Llegado el momento de saldar deudas, hubiese preferido que el restaurante se llamase Entrevint, para que el cañazo fuese más repartido, ya que la suma total del ágape ascendió a 388,50€. Más caro para unos que para otros, ya que hubo comensal que debido al estado etílico, antes de salir del restaurante ya había dejado su cena en el baño del mismo. Lamentable pero cierto.
Tras la bancarrota sufrida y con hambre en el cuerpo, hicimos una primera parada en un puesto de churros para rematar la cena.
No os perdáis la próxima entrega de la noche fallera e incluso follonera. Os aconsejo lo del chándal, ya que anduvimos toda lo noche super cómodos, en ningún momento te aprieta nada aunque la ingesta sea grande y si vuelves al amanecer a casa como en este caso y te encuentras algún conocido de camino a casa, siempre puedes decir que habías salido a caminar. Ideal.
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