3 dic 2011

EN CASA DE A.R. II



Hace unos días recibía un correo de una seguidora jubilada llamada Carmen, la Sra. Carmen.
En su correo me decía que hasta hace bien poco acostumbraba a salir con sus amistades a comer o cenar en días festivos, hábito que de alguna manera la vincula con el blog y con el bloguer que lo suscribe.
Me indica que desde la congelación de las pensiones ya no puede permitirse estos encuentros sociales, advirtiéndome de lo mal que lo están pasando los jubilados, y como prueba me remitía a leer las páginas de contactos de cualquier periódico.



Pásmense señores de lo que allí encontré. (Levante EMV)
- Maru, 67 años, salud y bienestar, plena satisfacción. (Parece el anuncio de un balneario)
- María, 63 años, grandes pechos (Falta saber a qué altura los podemos encontrar)




Si amigos, la Sra. Maru y la Sra. María que tendrían que estar haciendo pucheros y deliciosas comidas caseras, se encuentran en la tesitura de hacer tortillas y otras comidas como consecuencia de la crisis y de la falta de parné.



La que ha paliado mi crisis al menos por un día ha sido la amiga A.R. que ha tenido a bien invitarnos a toda la familia a cenar a su casa.
Delicada y cuidadosa en todos los detalles, A.R. presentó una cena rica y variada en tesituras, que en parte tuvo su origen en las brasas que iluminaban una luna llena despejada y calurosa para esta época.













Entorno privilegiado, iniciales de famosa, comida exquisita, la mejor compañía…..Todo iba a la perfección hasta que el maleficio de la zona hizo su aparición.
Si en Belmez se aparecen sus famosas caras, en el Plà, sin saberse todavía las causas que varios científicos se encuentran estudiando, los móviles de los habitantes del lugar, cual muñeco diabólico Chuky, toman vida propia y empiezan a sonar, enviar ellos solos SMS, a cambiar melodías y a disparar fotos.
Los allí presentes, acostumbrados a este tipo de actividad tecnológica autónoma no hicieron gesto alguno de preocupación o estupor, al contrario que yo al observar el mensaje que aparecía en mi móvil:
“Hola, soy Carmen, 90-65-90, mis dos amigas y yo te esperamos”
Mal me sentó la cena al leer el mensaje, ya que no sabía si Carmen se refería a sus medidas o a la edad de ella y sus dos amigas.




MODERN TIMES.

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