24 dic 2010

MONTAR EL/A BELÉN


Belén, palabra que en antaño nos evocaba figuritas, corcho, luces y a casa Santi, actualmente nos remite durante todo el año a la princesa del pueblo o a la también llamada "la mujer que se hizo famosa por tocarle la chorra a un torero", según A. Martín.

Gran diferencia existe entre montar el belén a montar a Belén, aunque algunas coincidencias existen.
Para las dos cosas se necesitan ganas y ambas dos, aunque no necesariamente, terminar en nacimiento.
Nos ceñiremos al belén navideño.

En escaparates, plazas y locales se exponen en diversos tamaños, distribuciones y composiciones. Los hay clásicos y modernos, incluso con rotondas los he visto, pobres camellos. Con caganers y sin ellos, podemos "cagarnos" el belén con semejante esperpento.

Un clásico y reconocido belén local es el que monta el Sr. Ricardo en su casa.

Laboriosa tarea la que emprende el amigo, la cual le ocupa puentes y festivos.
Del comedor desaparecen sillas, mesas, cuadros y hasta sus hijos, pues descomunal tamaño ocupa el susodicho.

Para su presentación hay día de inauguración, a la que acuden parientes y amigos a contemplar la obra y catar jamón, chorizo y vinos.

Cual Sagrada Familia siempre hay algo por acabar y algún retoque de última hora dar.

Lo que a él le llena de gozo, a su mujer esposa le supone un congojo.
A Susana le he preguntado si en el montaje ha colaborado, a lo que educadamente me ha contestado: “Estic hasta la figa”.
Queda todo dicho.
Me despido hasta el día 10.
FELICES Y PRÓSPERO.

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